
Otro año más es Septiembre, un mes que implica muchísimas interpretaciones, según se mire. Para los que acaban de disfrutar de las vacaciones, significa volver a la rutina del trabajo, y normalmente no es algo que saque un ¡wow! de sus bocas; para las empresas sin embargo, es poder volver a contar con la plantilla en su totalidad. Para los estudiantes, significa reincorporarse a la vida normal hecha de clases, deberes, comedores y… fines de semana, mientras que para los padres es tomarse un respiro (aunque no todos quieran admitirlo) y poder vivir algún que otro momento libre de rabietas y dibujos animados.
¿Y para los artistas?
Para la mayoría, significa reincorporarse a su vida pensando en cómo será el año, si triunfarán finalmente en aquel proyecto en el que invirtieron tanto esfuerzo y dedicación, si conseguirán aquella plaza tan deseada por la que opositaron, si lograrán por fin que se llene la sala de teatro o de conciertos en su próxima actuación. Para unos pocos afortunados los sueños se verán cumplidos mientras que para muchos, desafortunadamente, será volver a la pelea para llegar a final de mes, o peor aún, engrosar las listas del paro.
Septiembre, desde siempre, ha sido mes de migración, un mes “en movimiento”, porque todo se forja en estos treinta días de preparación. Ilusión y miedo acompañan a menudo este período y aunque siga siendo parte del verano, que con sus últimos coletazos de intenso calor dificulta la concentración y la puesta a punto de la maquinaria física y mental de todos, nos lo tomamos muy en serio y dejamos apartados de repente los momentos de disfrute, relax y diversión. ¡Muy mal! Hay que volver poco a poco, dejar que los engranajes vuelvan a lubricarse y darse un tiempo para alcanzar el nivel deseado. Nuestro cuerpo lo agradecerá, y la mente también.
Para mi Septiembre es el resumen de mi vida: no paro de moverme, buscar nuevas oportunidades, curiosear en el mundo que me rodea y dejar que me encuentren. Sí, porque a veces, es preciso dejar que las personas se acerquen respetando sus tiempos, sin forzarlas y dejando que descubran por si mismas todo lo que puedes ofrecerles. Y así, nacerán hermosas colaboraciones, encontrarás magníficos profesionales con quien no habías tenido aún contacto y podrás volver a vivir aquella sensación de “no todo está hecho” y “siempre hay algo más” que nos mantiene vivos y despiertos. Me encanta.
Los alumnos de canto vuelven a buscar un hueco en mi agenda, los artistas empiezan a pedirme ayuda para llevar a cabo nuevos proyectos, los músicos me llaman para que colabore en determinadas producciones, en fin, un mes de cambios, de preparación, de ganas, de ilusión. ¿Un consejo? Deja que el viento sople, deja que la marea suba, y vuela, y nada, y disfruta. No hay mejor sensación que dejarse llevar de vez en cuando por los acontecimientos: no podemos, ni debemos, controlarlo todo.
Ya te lo dije, me gusta Septiembre. Porque el aroma que desprende es el de las novedades: y sin ellas, la vida sería mucho más aburrida.